Hoy día hemos sabido que se acerca el gran día (bueno en el España sería la gran noche) del cine internacional. Sí amigos, ya se está poniendo todo en marcha para celebrar la 95.ª edición de los Premios Óscar; los primeros preparativos han sido noticia hoy, y es que solo estamos a 3 días del gran momento. A partir de ahora los noticieros del mundo entero se volcarán más en las noticias cinematográficas, que seguramente irán desde entrevistas a los nominados, declaraciones escandalosas y todas las anécdotas de la preparación de tan excelsa y famosa ceremonia.
Pero yo no quiero hablar de lo que podemos encontrarnos en los Óscars; más bien, estoy interesado en analizar lo que nunca podremos ver, de ninguna de las maneras. Si el año pasado los premios pasaron a la historia por cierta bofetada que un presentador sufrió de manos de un actor después premiado y la polémica posterior (no necesitas el nombre, ¿verdad?), ¿quién sabe lo que nos esperará este año? Es mucho más fácil señalar lo que no hace falta que esperemos en la celebración de unos premios en el país de las libertades: nada que pueda tener sabor a erotismo.
El cine erótico no gana premios; o, al menos, no ganará jamás un Óscar. Los directores de culto introdujeron el erotismo durante la época del destape, queriendo poner un contrapunto entre las vulgaridad de la pornografía y el aburrimiento del cine convencional. Consiguieron varios títulos muy interesantes que solo fueron apreciados con el paso del tiempo; y claro, que sus contemporáneos fueran a las salas de proyección ansiosos por ver algo nuevo, e incluso que algunas generaciones lo siguieran haciendo, ya fuera por rendir homenaje o porque realmente les gustaba. Estas películas recuperaron el dinero invertido; pero muy pocas de ellas son reconocidas, y todavía menos llegaron nunca a ningún festival de cine, ni siquiera modesto.
Se podría pensar que en los tiempos que corremos, la industria del cine ya podría soportar ciertos elementos eróticos sin rasgarse las vestiduras; pero por desgracia los que cortan el bacalao en Hollywood siguen inmersos en su puritana y muy clasista visión de lo que debe ser una obra de arte. Quizá debamos darnos con un canto en los dientes si tenemos en cuenta que ya se ha dado premios a personas de color, a homosexuales, a directoras de cine, e incluso al colectivo hispano, que siendo el más cercano a la Meca del cine seguramente ha tenido siempre un papel relevante. Pero amigo, olvídate de nada que tenga sabor a sexualidad, esa criba aún no la pasará ninguna película, al menos no las que están en cartelera.
Sin embargo, hay intentos de hacer cine erótico, claro que sí. De hecho, la industria española e hispanoamericana se esfuerza por dar a sus películas el toque justo de erotismo al que tan acostumbrados estamos en nuestra cultura. Y puede que acaben siendo películas taquilleras, pero las críticas a veces son implacables. Recuerdo ahora mismo un refrito español de una obra mexicana, donde se planteaba un juego erótico para parejas como tema principal; algo así como un intercambio swinger entre amigos, que ponía de manifiesto los puntos más oscuros de sus relaciones sentimentales y de amistad. La comedia erótica estaba servida, y aunque no empezaba mal en su planteamiento, no acabó de cuajar; y ni la película mexicana, ni la española, alcanzaron el éxito esperado, y eso que fue apenas unos años.
Así, lo siguiente que tampoco verás nunca en ningún certamen de cine, menos en los premios Óscars, es algo que se cae por su propio peso en cuenta a evidente. Y es que nunca, jamás, llegará a ningún festival de cine una muestra de pornografía. El porno no es arte, dicen; es solo una manera burda de excitar nuestros cuerpos con escenas de sexo real, aseguran. Y puede que sí, pero… si la pornografía tiene tan poco valor, ¿por qué las webs de porno gratis se lucran y sobreviven durante décadas como las más visitadas de internet? No puede ser casualidad, ni una moda efímera, pues esto se viene produciendo desde casi el principio de la red de redes. Si el cine evoluciona y quiere mostrar la realidad de la sociedad actual, ¿por qué se ancla en los tópicos y costumbres de hace cien años, y no muestra esta realidad tan cotidiana?
En fin, ya sabemos que ninguna película porno, nunca, llegará a la ceremonia de los Óscars. Y ahora que tenemos claro qué no será premiado, solo nos queda esperar a los ganadores de este certamen.