Campeón de numerosas batallas periodísticas, Pierre Salinger no podía aceptarlo. La noticia exclusiva que creyó encontrar en la Internet, en realidad era un gran fiasco. Aquel jueves de septiembre de 1996 Salinger, que en los años sesenta fue secretario de Prensa del presidente John Kennedy y que ahora estaba en París como corresponsal de la cadena de televisión ABC, había citado a los medios para ofrecer una revelación que se antojaba histórica. Navegando en la red de redes, había encontrado evidencias de que el terrible accidente al vuelo 800 de la TWA, un par de meses antes, había sido causado por un misil de la marina de los Estados Unidos.
Pero esa versión no era nueva, ni era cierta. Desde varias semanas antes, en varios sitios de la Internet había circulado un documento preparado por un ex piloto persuadido de la teoría del misil. No había evidencias de que esa hipótesis fuera sostenible pero Salinger, tan solo porque la encontró en la red, le dio una credibilidad inusitada.
El error de ese prestigiado periodista fue tan estruendoso, que desde entonces se le llama «efecto Salinger» a la costumbre de tomar como verdadera una información falsa que se encuentre en la Internet. Y es que en el ciberespacio hay de todo: hechos y mentiras, acontecimientos y exageraciones. La enorme capacidad de la Internet para difundir contenidos de toda índole, puede ser aprovechada para informar lo mismo que para distorsionar o confundir.
Así ocurre en todos los medios. Pero en los medios tradicionales, suele haber más tiempo y cuidado (aunque no siempre ocurra así) para verificar la autenticidad de las noticias. En la Internet en cambio, basta con levantar una página y ponerla en el servidor para que forme parte del ciberespacio.
Allí se encuentra la gran posibilidad, pero también uno de los riesgos principales del periodismo en la red. No basta la capacidad de propagación, si no hay verificación suficiente de las informaciones. Como Salinger, muchos periodistas y publicaciones están aprendiendo la lección. El resto de los usuarios de la Internet también tendrían que tomar sus providencias antes de creer todo lo que circula en línea. La realidad virtual, no siempre es la «realidad-real». Eso lo sabemos todos. Pero con frecuencia, lo olvidamos.